Probablemente fuera un simple polígono compuesto por tres lados y tres ángulos. Así son ellos, a veces más grandes, otras tal vez más pequeños, pero siempre conjugados por tres vértices señoriales. A simple vista, tres sencillas líneas, una simple sucesión de puntos. Y con los ojos cerrados, el más exacto trazo geométrico capaz de construir una armoniosa fórmula ajena al entendimiento de la mayoría de miradas. Un equilibrio a tres perfecto en su medida.
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