Cerrar los ojos es símbolo de amar…
Percibir el aroma de esa persona y cerrar los ojos…
Escuchar el sonido de su voz y cerrar los ojos…
Abrazarle y estremecerte solamente con su presencia, con su cariño, con el contacto de su piel con la tuya, mientras cierras los ojos…
Nunca podría imaginarme un beso de verdad, de esos en los que los labios se funden, encajan, bailan al mismo son y se saborean, de esos que comienzan por la boca y se pierden por el cuello para acabar tumbados sobre su espalda, hasta posar los labios en su nuca y dejarle paso al escalofrío que caminará a su antojo, dejando la piel y el vello del dorso erizado a su paso, sin cerrar los ojos... Y es que cuando amas a alguien, le ansías besar por instinto, y son los párpados los que se contornan automáticamente, como un acto reflejo, porque lo único que deseas es “SENTIR” con sus seis letras en mayúsculas y palpitantes. Porque en ese instante el tiempo se detiene expectante, contemplando a quienes ha dejado de importarles y cuyos sentimientos explotan entre dos bocas que se funden y se abrazan entre pequeños y delicados mordiscos o, tal vez, grandes y apasionados… Porque cerrar los ojos es eso; es símbolo de sentir, es símbolo de amar…
Saboreen la vida, amen, sientan, huelan, acaricien, bailen, escuchen, observen, salten… Sonrían, canten, tomen una bocanada de aire fuerte y rotunda, pero sobre todo besen y cierren los ojos. Porque ese es el símbolo de identidad de los que aman y disfrutan de la vida. Porque sus sentidos volverán a nacer. Porque ustedes mismos se volverán a enamorar de aquello que les rodea y lo potenciarán todo de forma que la felicidad les alcanzará con las pequeñas cosas, que siempre son las más grandes, y el amar con los ojos cerrados; la mayor de todas ellas.
S.
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