Tanto corres y no esperas,
que te encadenas.
Poderoso tú que sumas,
también descuentas.
Enredada ancla del alma,
siempre amanece.
Resistiendo los soplidos,
que el viento mece.
Empeñando madrugadas,
del alba candela.
Hendiduras de las teces,
que fortalecen.
Tú que arrastras impaciente,
mi piel desvelas.
Susurrantes son las voces,
corre, despierta.
Y aun con todo,
no tengas miedo.
Susurra el viento,
despierta el alma.
Sereno y claro,
no se detiene.
Sin más arrastra,
tan impaciente.
Tú tan ajeno,
y en mí presente.
Ya ni me encuentro,
desobediente.
Todo te sigue,
yo me detengo.
Aquí tan quieto,
nadie me entiende.
Malditos sean,
los que resuenan.
Malditos sean,
impertinentes.
La luz no aclara,
sólo despierta.
Y él corre que corre,
Y él vuela que vuela,
Y él lejos que lejos,
Y yo tan quieto.
Y tú tan sordo.
Qué no me espera…
S.
que te encadenas.
Poderoso tú que sumas,
también descuentas.
Enredada ancla del alma,
siempre amanece.
Resistiendo los soplidos,
que el viento mece.
Empeñando madrugadas,
del alba candela.
Hendiduras de las teces,
que fortalecen.
Tú que arrastras impaciente,
mi piel desvelas.
Susurrantes son las voces,
corre, despierta.
Y aun con todo,
no tengas miedo.
Susurra el viento,
despierta el alma.
Sereno y claro,
no se detiene.
Sin más arrastra,
tan impaciente.
Tú tan ajeno,
y en mí presente.
Ya ni me encuentro,
desobediente.
Todo te sigue,
yo me detengo.
Aquí tan quieto,
nadie me entiende.
Malditos sean,
los que resuenan.
Malditos sean,
impertinentes.
La luz no aclara,
sólo despierta.
Y él corre que corre,
Y él vuela que vuela,
Y él lejos que lejos,
Y yo tan quieto.
Y tú tan sordo.
Qué no me espera…
S.