A lo largo del tiempo fue dejando de creer en muchas cosas… Pero por otra parte aprendió a creer en otras nuevas. Sintió miedo sí, lo estaba sintiendo en ese instante. Miedo de la incertidumbre, a la pequeñez y el fracaso, miedo a alcanzar el subsuelo. Pero a veces es necesario caer y llegar a lo más profundo para ver la luz al levantarse con fuerza y reconstruirse a pedazos. Marcharse lejos con lo imprescindible: películas, buena música y libros de los que pesan, se tocan y huelen. Adiós a la tecnología y al reloj, el sol como único despertador. Pilas de libretas vacías ansiosas de palabras sin forma dispuestas a esbozar relatos fraguados en el anhelo de los recuerdos y todos esos miedos arrastrados. Pies descalzos tantas veces acariciados por el agua fría de la orilla, caminantes sobre la arena, esta vez perdidos por el mundo, solos. Tenía miedo de la soledad, de que acabara todo porque todo se acaba… ¿o empieza?
Dejó de creer en muchas cosas para hacerlo, por primera vez, en sí misma.
S.
Dejó de creer en muchas cosas para hacerlo, por primera vez, en sí misma.
S.