Todo lo que no te dije, todo lo que me quedó por decir…
¡Soy una cobarde, pero tú no te lo merecías! No merecías que me desvelara por ti, y aun así lo conseguías. Y yo, que me siento tan pequeña, tan frágil y tan herida, sigo aquí esperando, bañando mi sangre en saliva. Sacaste lo peor de mí, me ahogué entre nuestras cenizas, y cuando ya no me quedaba aire, volvió a mí el aliento con tu última sonrisa, a pesar de que yo me resistía. No sé si es masoquismo, pero yo aun te siento. Quiero gritar que te odio y, sin embargo, me sale “te quiero”, pero tú ya no me escuchas porque cada día estás más lejos. Me aferro a tu mirada, a aquellas largas pestañas. Me aferro a aquella peca que no tenías y yo dibujaba. Quisiera devorarte, sorberte a lametones y besos. Quisiera enredarme entre tus piernas y dejarte la huella de mis dedos. “Regálame una última noche, no te vayas, yo te quiero…”; esas fueron mis últimas palabras, pero el orgullo las dejó en silencio.
S.
¡Soy una cobarde, pero tú no te lo merecías! No merecías que me desvelara por ti, y aun así lo conseguías. Y yo, que me siento tan pequeña, tan frágil y tan herida, sigo aquí esperando, bañando mi sangre en saliva. Sacaste lo peor de mí, me ahogué entre nuestras cenizas, y cuando ya no me quedaba aire, volvió a mí el aliento con tu última sonrisa, a pesar de que yo me resistía. No sé si es masoquismo, pero yo aun te siento. Quiero gritar que te odio y, sin embargo, me sale “te quiero”, pero tú ya no me escuchas porque cada día estás más lejos. Me aferro a tu mirada, a aquellas largas pestañas. Me aferro a aquella peca que no tenías y yo dibujaba. Quisiera devorarte, sorberte a lametones y besos. Quisiera enredarme entre tus piernas y dejarte la huella de mis dedos. “Regálame una última noche, no te vayas, yo te quiero…”; esas fueron mis últimas palabras, pero el orgullo las dejó en silencio.
S.
"A ojos del infinito, todo orgullo no es más que polvo y ceniza"
– León Tolstói
– León Tolstói